jueves, 6 de enero de 2011

El juicio de Friné



Friné fue, junto con Aspasia, la más célebre de las cortesanas griegas. Era la amante y musa favorita de Praxíteles, quien se inspiró en ella para la creación de varias esculturas de la diosa Afrodita.

Praxíteles le ofreció a Friné como pago de sus servicios, la escultura  que ella quisiera de las que él tenía en su estudio. Friné no sabía de arte y no se veía capaz de decidir cuál era su mejor pieza, así que urdió un plan. Dio instrucciones a un sirviente para que durante una cena, irrumpiera diciendo que el estudio estaba en llamas. Praxíteles exclamó: «¡Salvad mi Eros!». Así ella supo que aquella era la mejor obra y fue la que exigió acto seguido, obsequiándola luego a Tespias, su ciudad natal.

  Además de poseer una gran belleza, sabía cantar, tañia instrumentos, recitaba poesías y su capacidad de conversación era mucho mayor que la de muchas mujeres de buena familia. Pero ello no le evitó ser acusada de impiedad, un delito muy grave en Grecia (recuérdese que fue el delito por el que se sentenció a muerte a Socrates), a causa de su continua comparación con la diosa Afrodita, comparación debida a su belleza. En efecto, Friné era la modelo de los escultores para representar a la diosa del amor, fertilidad y belleza femenina (se considera que la escultura llamada la Venus de Cnido es una representación de Friné). Otra de las graves acusaciones que sobre Friné pesaban era la de haber violado el secreto de los Misterios eleusinos.

Para demostrar su inocencia, recurrió a una inteligente argucia. Justo en el momento en que los jueces iban a dictar el veredicto, se desprendió de sus vestidos y mientras mostraba su desnudez, su defensor, Hipérides, preguntaba a los jueces: "¿Como puede ser impía una mujer que tiene formas de diosa?" "Piedad para la belleza!" Tras semejante prueba, los miembros del tribunal la absolvieron por unanimidad.





2 comentarios:

  1. FRINÉ

    No alcanzaron a Hipérides razones
    en pro de la, de Tespias, cortesana,
    cuando la impía a Cipris la profana,
    por dar al escultor sus proporciones.

    Ni supieron austeros corazones,
    delimitar la esplendidez lozana
    de la inocencia angelical y sana,
    y prevarican ante sus pezones.

    Cuando el mármol de Paros se estremece
    porque sabe que es carne de los crónidas,
    bien supone a Friné como la bella

    que más que los olímpicos merece
    elogios de la piedra y de apolónidas,
    sin oír de inmortales la querella.

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    1. Saludos por su poema en apología a Friné. Lástima que aquí en Venezuela, están eliminando el estudio de historia. El(la) Friné de aqui es el infalible Maduro

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