En el siglo XI una mujer que, a una espléndida belleza , añadiera un gran corazón y un carácter fuerte y decidido, tenía todas las garantías para pasar a la historia. Este fue el caso de Lady Godiva, entoces esposa del gobernador de Coventry, un hombre despótico y cruel que exigía a sus vasallos elevados impuestos. La miseria de su pueblo llenaba de tristeza a la gobernadora, quien no cesaba de insistir ante su marido para que rebajara las tasas.
Convencido de que así dejaría de importunarle, el avaricioso gobernador dijo a su esposa. "Reduciré los impuestos si tú atraviesas la población desnuda sobre un caballa blanco".
Mal conocía a su esposa Lady Godiva. Decidida a salvar a su pueblo, la mujer del gobernador, vestida solo con su larga y espléndida caballera rubia, cruzó la ciudad un día de mercado a lomos de un corcel.
Sus súbditos, a cambio, cerraron todas las ventanas y se escondieron en sus casas para no ofender con su presencia a su redentora. Evidentemente, el gobernador tuvo que suprimir los impuestos.
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