jueves, 31 de marzo de 2011

Blas de Lezo - El hombre que defendió un Imperio

En el año 2005, Inglaterra celebró la conmemoración del 200 aniversario de la victoria sobre la flota Española y Francesa, de la Batalla de Trafalgar,  ocurrida en el año 1805.  España envió a su portaaviones y a la fragata Blas de Lezo a Portsmouth para la conmemoración de dicho evento.

Fragata F103 Blas de Lezo


Imagino que a los ingleses al saber el nombre de la fragata clase F-100, con número de identifcación en el costado F-103, no les haría mucha gracia, ya que ellos pretendían celebrar una de sus mas famosas victorias  y la Armada Española con ironía, les había enviado un recuerdo de la historia. El nombre del marino español que les había aguado las fiestas del año 1741, que se celebraron en Londres.
D. Blas de Lezo y Olavarrieta, el soldado español que nunca se rindió, manco, tuerto y cojo, después de sus 22 batallas, expediciones y salva guardas de contrantabandistas y piratas..... A sus 52 años antepuso su vida, para salvar la integridad del Imperio .


D. Blas de Lezo y Olabarrieta - Pintura del Museo Naval (Pº del Prado, 5 - Madrid)

Su nombre fue borrado de la historia de Inglaterra, por orden de su Rey Jorge II. Para los marinos de la segunda  mitad del Siglo XVIII, sobre todo ingleses y holandeses, ese nombre suponía mala suerte y no se le podía mencionar,  algunos lo consideraban el diablo en persona y si llegaban a algún lugar donde había estado, se santiguaban.

Rey Jorge II de Inglaterra

Corría el año 1741 cuando el Rey Jorge II, después de declarar la Guerra a España, formó la flota naval mas grande  de la historia, que ha surcado los mares, que doblaba en número a la poderosa Armada Invencible de Felipe II, nombrando como Vice-Almirante en Jefe a Edward Vernon, como Jefe de la flota y encargándole el mayor desembarco  que ha conocido el mundo, hasta el año 1945 con la segunda Guerra Mundial, que fue superado por el de Normandia.

El Rey jorge II dio una orden a su Almirante «Conquista toda América y acaba con el Imperio Español».

Edward Vernon
Vernon con 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes o barcos cargados de explosivos incendiarios  y buques de transporte, 23.600 combatientes entre marineros, soldados y esclavos macheteros de Jamaica, más  4.000 de refuerzo que llegaron del Estado de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington hermanastro mayor  del que fuera Presidente de los EEUU.

Las defensas de Cartagena de Indias no pasaban de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios  flecheros, mas la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que disponía la  ciudad.



Cartagena de Indias era una ciudad con excelente ubicación, con uno de los puertos mas importantes de América,  de allí salían las mayores riquezas que la Corona Española precisaba, por rutas marítimas que terminaban en los puertos españoles de Cartagena, Cadiz y Sevilla.   
 
La ciudad estaba gobernada por el Virrey Sebastián de Eslava y defendida militarmente por uno de los más geniales  militares que haya dado España, el "Almirante Don Blas de Lezo y Olavarria". 

Estandarte  del  Almirante Blas de Lezo

Edward Vernon se dirigió a Cartagena de Indias, tras tomar Portobello en Panamá, remitiendo un mensaje a Blas de  Lezo para advertirle que tras la toma de la ciudad de Portobello, que practicamente se había rendido sin presentar  batalla ante la enorme desigualdad de fuerzas existentes, 6 navíos de guerra españoles contra una flota de 186  barcos, la siguiente ciudad sería Cartagena de Indias a la que se dirigía, con el ego subido por las nubes,  bravucón y fanfarrón incluso escribió una carta a su esposa que se encontraba en Londres, para anunciarla,  su próxima victoria.

Ataque a Cartagena de Indias 1741










Blas de Lezo respondió a su misiva «Si hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía»
Las fuerzas defensoras españolas conocían las intenciones de Vernon, puesto que un espía español en Jamaica apodado el Paisano dio detalles de la ofensiva armada que se estaba preparando, contra la ciudad, no dando crédito el virrey Eslava por estimarla desmesurada.

D. Blas de Lezo y Olabarrieta

El 13 de marzo de 1740, Vernon se presentó ante la ciudad, con tan imponente ejercito que no se divisaba el horizonte, todo cubierto por velas y barcos. El almirante inglés despliega su flota bloqueando la entrada al puerto y ordena desembarcar tropas y artillería. La situación se ve tan preocupante desde el lado español, que muchos habitantes de  Cartagena huyen de la ciudad. Vernon da la orden de cañonear incesantemente el castillo de San Luis de Bocachica,  disparando sus naves, 62 cañonazos por hora. El castillo está defendido por 500 hombres al mando del Coronel español  Des Naux. Blas de Lezo coloca cuatro de sus naves en el interior de la bahía y cerca del castillo para apoyarlo con  sus cañones. La defensa de este castillo fue heroica, luchando Lezo y Des Naux en primera fila, pero los españoles han de abandonarlo ante la inmensa superioridad inglesa.


Lezo y sus oficiales optan por replegarse y hacerse fuertes en el castillo de San Felipe de Barajas, no intentando siquiera la defensa del Castillo de Bocagrande. Un regimiento de norteamericanos, al mando de Lawrence Washington, tomó la colina de la Popa, abandonada ya por los españoles y cercana al castillo de San Felipe.

Vernon entra triunfante en la bahía, con su buque almirante ,con las banderas desplegadas y el estandarte de General  en Jefe, escoltado por dos fragatas. Dando la victoria inglesa por hecha, despacha un correo a Jamaica, ya colonia  inglesa, y a Inglaterra anunciando la victoria. Después ordena el desembarco de la artillería, que empieza a cañonear sin piedad el castillo de San Felipe al igual que ya se hacía desde las naves inglesas.

Orden de combate en la batalla de Cartagena de Indias


Las fuerzas españolas del castillo la formaban 600 hombres. Fue una defensa numantina. La noche del 19 al 20 de abril,  los ingleses lanzaron el ataque que creían definitivo, dirigidas las fuerzas de infantería inglesas por el General  Woork. Aprovechándose de la oscuridad avanzan tres columnas de granaderos, varias compañías de soldados y los  macheteros jamaicanos. Como indica Marco Gandarillas, «su progresión es lenta por el pesado equipo de guerra que transportan y por el fuego desde las trincheras y lo alto de la fortaleza». La incursión inglesa tiene que detenerse  ante las murallas del castillo porque las escaleras para subirlas son demasiado cortas. Los atacantes quedan aturdidos, lo que es aprovechado por los españoles para arreciar en su certero fuego desde lo alto, originando enormes bajas en las filas inglesas.



Tras la toma de Bocachica, Vernon manda la fragata Spence con dos oficiales capturados y el estandarte del buque insignia de Lezo, el Galicia (70), a Jamaica y Londres informando de la inminente toma de la plaza. Cuando la noticia  llegó a la capital británica “se dispararon salvas desde la Torre de Londres, las campanas de las iglesias se echaron a volar y la victoria fue celebrada con iluminación general y fuegos artificiales”. Incluso el Parlamento  mandó acuñar monedas conmemorativas, algunas se representaba a Lezo arrodillado (con ambos ojos, brazos y piernas  sanos) entregando su espada al almirante inglés, y en las que rezaba la siguiente inscripción “el orgullo español  humillado por Vernon”.

Medalla conmemorativa sobre el engaño de Vernon en la toma de Cartagena de Indias

En el Museo Naval de Madrid se encuentra una de las medallas de bronce acuñadas.


Medalla conmemorativa de Vernon sobre la mentira de la entrega de espada de Blas de Lezo arrodillado.

Tras haber fracasado en los sucesivos intentos de la toma de la ciudad y a causa de las grandes bajas en las filas inglesas, la perdida de navíos, la desmoralización de las tropas que incluían el descontento de las mismas y la falta de provisiones,   según relata un diario de campaña de un soldado inglés,  Vernon,  decidió retirarse  disparando sus cañones a la ciudad en su retirada y dejando barcos incendiados por falta de tripulación. Remitió una carta a Leza: 

«Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a ésta plaza, tras reforzarnos en Jamaica»

Lezo, respondió con ironía:

«Para venir a Cartagena, es necesario que el Rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta solo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres".

Tras la tempestad no vino la calma. Sebastián Eslava, Virrey de Nueva Granada, se guardó las desavenencias con el  marino vasco y escribió varias veces al Rey pidiendo castigo para Lezo, cosa que al final logrará hundiéndole social y económicamente. Al Virrey Eslava, le fue otorgado el título de "Marqués de la Real Defensa de Cartagena de Indias". 

Felipe V Rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, Duque de Milán, Soberano de los Países Bajos- Oleo sobre lienzo de Jean Ranc en 1723 (Museo del Prado - Madrid)

El marino vasco intenta conservar el prestigió y la fama ganadas durante 40 años de su vida entregados al servicio  de Su Majestad Felipe V, escribiendo a sus amigos de la península, remitiendo el diario de lo acontecido en Cartagena de Indias. Patiño, su gran valedor, intenta mediar ante el rey, pero este bastante trastornado y ya envenenado por las informaciones de Eslava ignorará lo que alega Lezo. Pero este ya estaba enfermo, unas fuentes  afirman que por las heridas sufridas y otras por las enfermedades transmitidas tras la matanza ocurrida semanas  antes. El 7 de septiembre de 1741 muere en Cartagena de Indias sin recibir sepultura conocida por las penurias  monetarias y sociales que padeció su mujer por culpa de aquellos rencores. 

Bandera del Imperio Español con la Cruz de Borgoña

Nadie se atrevía a mostrar su cercanía por miedo a las represalias. La situación fue tan cruel que incluso muerto,  fue destituido. Aunque posteriormente se rehabilitó su figura y se le concedió a título póstumo el marquesado de  Ovieco. Así desapareció un almirante leal, valiente y tenaz, brusco pero humilde, pragmático a la par que ingenioso  y con un perfecto dominio del factor psicológico, uno de los militares más brillantes que ha dado el país, pero a  la vez uno de los más olvidados por esta, en ocasiones, ingrata España que le negó su última voluntad,  manifestada antes de morir a su mujer.
Una placa al píe del castillo de San Felipe de Barajas, con ésta inscripción: “Ante estas murallas fueron humilladas Inglaterra y sus colonias”. 



Vernon al enterarse de la muerte de Blas de Lezo volvió a Cartagena de Indias con 56 navíos, pero desistió ante las  defensas de la ciudad del ataque. Según la información recabada por sus espías, que le habían informado de la  reparación de las defensas y de la presencia del Virrey Eslava en la ciudad por lo que no se decidió a atacar y  partió a enfrentarse al juicio de la historia.

Murió en 1757 repudiado y olvidado por su pueblo, y el rey Jorge II prohibió toda publicación sobre el asalto a Cartagena que quedó así sepultado en la historia. Pese a ello, fue enterrado en la abadía de Westmisnter, lugar reservado a los grandes héroes ingleses y en su tumba esta escrita la leyenda:

“He subdued Chagre, and at Carthagena conquered as far as naval forces could carry victory”
"Sometió a Charges y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria"

Inglaterra no volvió a amenazar seriamente al Imperio español que subsistió un siglo más. España, en cambio, contribuyó años más tarde al desmoronamiento de las colonias inglesas en América, hecho que también ha tratado de silenciarse: España en la Guerra de Independencia y Bernardo de Gálvez (1746-1786).


Al pie de la fortaleza de San Felipe, Cartagena de Indias


A día de hoy, Blas de Lezo es honrado por la Armada Española, recordándole con el mayor honor que puede rendirse a un marino español, siendo costumbre que exista siempre un navío de la Armada bautizado con su nombre, también existe una placa en su honor en el Panteón de Marinos Ilustres en San Fernando (Cadiz) donde reposan héroes de la Real Armada Española, y calles en Valencia, Málaga, Las Palmas de Gran Canaria, San Sebastián y Pasajes, su ciudad natal.


El 5 de noviembre de 2009, un grupo de ingenieros industriales de la comunidad de Valencia, junto a autoridades Colombianas y la canciller del Consulado General de España, colocaron una placa con la leyenda "Ante estas murallas  fueron humilladas Inglaterra y sus colonias”, cumpliendose así la ultima voluntad de tan insigne hombre.

Homenaje a Blas de Lezo

Lamentablemente algunos españoles somos así de elásticos con la historia,  celebramos las derrotas como  Trafalgar y olvidamos las victorias.

D. Blas de Lezo y Olabarrieta - Pintura del Museo Naval (Pº del Prado, 5 - Madrid)
Blas de Lezo y Olvarrieta, apodado "Patapalo" o "Mediohombre", probablemente fue uno de los mejores marinos que haya tenido jamás la Armada española y como buen héroe español, murió solo, olvidado y sus hazañas apenas se conocen. Si éste almirante hubiera sido inglés, habría plazas y monumentos con su nombre y el día de su victoria, sería sin duda fiesta nacional.





Blas de Lezo y su lealtad a España - Escudo 1701-1760    

Para orgullo de todos los españoles, éstas fueron las palabras de Don Blas de Lezo dirigidas a sus soldados antes del ataque de Vernon al Fuerte de Bocachica en Cartagena de Indias , Marzo 1741:


“– Soldados de España peninsular y soldados de España americana. Habéis visto la ferocidad y poder del enemigo; en esta hora amarga del Imperio nos aprestamos para dar la batalla definitiva por Cartagena de Indias y asegurar que el enemigo no pase.
Las llaves de Imperio han sido confiadas a nosotros por el Rey, habremos de devolverlas sin que las puertas de esta noble ciudad hayan sido violadas por el malvado hereje. El destino del Imperio esta en vuestras manos. Yo, por mi parte, me dispongo a entregarlo todo por la Patria cuyo destino esta en juego; entregare mi vida, si es necesario, para asegurarme que los enemigos de España no habrán de hollar su suelo, de que la Santa Religión a nosotros confiada por el destino no habrá de sufrir menoscabo mientras me quede un aliento de vida. Yo espero y exijo, y estoy seguro que obtendré, el mismo comportamiento de vuestra parte. No podemos ser inferiores a nuestros antepasados, quienes también dieron la vida por la Religión, por España y por el Rey, ni someternos al escarnio de las generaciones futuras que verían en nosotros los traidores de todo cuanto es noble y sagrado. ¡Morid, entonces para vivir con honra! ¡Vivid, entonces, para morir honrados! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Cristo Jesús!- “


(Fuente: El día que España derroto a Inglaterra, Pablo Victoria. Altera 2005).






Eh aquí un Valiente, un heroe para no olvidar ......!!!



Bibliografia al respecto:
  •  "Méthode pour étudier la géographie", por Nicolas Lenglet-Dufresnoy, tomo 6 (1741). Traducido por el embajador español en Francia.
  •  "Narración de la defensa de Cartagena de Indias contra el ataque de los británicos en 1741", por Cristóbal
  •  Bermúdez Plata (1912).
  •  "Diario puntual de lo acaecido en la invasión hecha por los británicos a la plaza de Cartagena", publicado
  • por Manuel Ezequiel Corrales (1883)
  •  "Memorias que podrán servir para la historia de Cartagena", por "un paisano" y publicadas en La Habana.
  •  "Diario de Enrique Forbes, teniente en el regimiento de Bland", publicado por Guillermo Hernández de Alba.
  •  "Noticias de la Provincia de Cartagena de Indias escrita el año 1772", publicado por Guillermo Hernández de Alba.
  •  "El día que España derrotó a Inglaterra", por Pablo Victoria, Ed. Áltera (2005).
Enlaces:
Grandes Batallas
Revista Naval
Perezreverte.com
Esacademic
Wikipedia

miércoles, 23 de marzo de 2011

El Emperador Yongle y su favorito, el general Kang-ping

 
Emperador Yongle de la Dinastía Ming (1360-1424)

Dentro de las murallas de la Ciudad Prohibida, El emperador Yongle poseía un gran harén  con setenta y tres concubinas; nadie podía tener contacto sexual con ninguna de ellas, ésto sólo le correspondía al emperador y tal infracción era considerado un delito muy grave. El general Kang-ping, temiendo que sus rivales en el palacio pudieran acusarlo de irregularidades sexuales con una concubina imperial, decidió ejecutar un plan, la noche anterior a la que  el emperador saliera de viaje, para una expedición de caza, ya que el había sido designado para dar protección a la fortaleza imperial en  la ciudad de Beijing. 


Se corto su propio pene y los testículos con un cuchillo y colocó sus órganos dentro de una bolsa debajo del asiento del caballo del emperador.



Como él predijo, cuando Yongle regresó de su cacería,  los ministros, para tratar de desacreditarlo y que perdiera el favor del emperador, informaron de que Kang-ping había tenido relaciones inapropiadas en el harén real. Al ser acusado de mala conducta,   Kang-ping dio instrucciones para que trajeran la silla de montar del caballo del emperador. Pidiendo que cogiera una bolsa que el mismo había dejado debajo de la silla de montar. Dentro de la bolsa el emperador encontró, los genitales ennegrecidos. 


Profundamente impresionado. A partir de ese momento, Yongle elevó a Kang-ping al rango de jefe de los eunucos, una poderosa posición política dentro del palacio, le obsequió  con  muchos regalos, y lo proclamó Santo.

General de la Dinastía Ming
El General  Kang-ping, es más conocido por su acto de auto- castración como una muestra de lealtad a su emperador, que por su trayectoria en la corte imperial. Fue bajo el emperador Yongle, el tercer emperador de la dinastía Ming que gobernaba China desde 1402 hasta 1424. Los registros históricos describen el valiente y leal general  Kang-ping como favorito general  del emperador Yongle.  

General Dinastía Ming

Después de la muerte de  Kang-ping, en torno a 1410 Yongle ya tenía su jefe eunuco general deificado como Jefe de los eunucos. Además, el emperador le asigna un lote de terrenos en las afueras de Beijing como un cementerio de eunucos y construyó una sala ancestral en honor de Kang-ping.

Modelo a escala de la extensión del Mausoleo Kang-ping de Zhu Di, cerca de Beijing.

En 1530 la sala ancestral fue ampliada y rebautizada como La Sala Ancestral de los Valientes, Exaltado y Leal (Hugo Baozhong Si), pero el templo era conocido popularmente como el "Templo de Eunuco". En el siglo XX la sala estaba todavía en uso por los eunucos y los terrenos del templo contenía los tribunales y salas. En 1950, el Templo del Eunuco pasó a llamarse Cementerio Municipal de Beijing para los revolucionarios y en 1970 pasó a llamarse de nuevo Babaoshan Cementerio Nacional para los revolucionarios, el nombre que lleva hoy en día.



El emperador Yongle nombre de nacimiento Zhu Di (Chu Ti)   ( 2 mayo, 1360 hasta 12 agosto, 1424), tercer emperador de la Dinastía Ming China- 1402.


A pesar de que fue despótico y cruel, Yongle, es considerado uno de los más grandes emperadores chinos. Sus reformas educativas, militares y económicas proporcionaron beneficios sin precedentes para el pueblo y estableció las pautas sociales y económicas para el resto de la dinastía Ming. 



Varios hitos culturales importantes se alcanzaron durante su reinado, incluyendo el diseño y construcción de la Ciudad Prohibida en Beijing, traslandando la capital a ésta ciudad, restauró el Gran Canal de Yangtsé hasta el rió Amarillo, ayudando al desarrollo económico del norte, monumentos como la Torre de Porcelana de Nanjing; los viajes marítimos de exploración de Zheng He, y la realización monumental de la "Enciclopedia Yongle".


Existen muchas anécdotas acerca de éste gran Emperador, pero éstas, serán contadas más adelante.

Retrato Emperador Yongle








Fuentes:
G. Carter Stent, "Chinese Eunuchs," in: Journal of the North China Branch of the Royal Asiatic Society, New Series, No. 11, Shanghai, 1877
Hechos insólitos – Gregorio Doval
La Historia más curiosa.  Alberto Granados.
Chinatravel
Wikipedia 

martes, 15 de marzo de 2011

Sócrates



Paseaba Sócrates junto a uno des sus discípulos por un mercado de Atenas, contemplaba y disfrutaba del gran despliegue de joyas, telas, perfumes, cerámicas y otros objetos de otros tipos que se exponían en los diferentes puestos. Se detuvo un momento y comentó a su compañero. «Ciertamente, no sabía que existieran tantas cosas que no necesito para nada».


 Pintura de Jean-Léon Gérôme

Sócrates Filósofo griego, emparentado con el estadista ateniense "Aristides el Justo", era hijo de Sofronisco, cantero y escultor de profesión, participaría en la construcción del Partenón y de Fainarate, partera (comadrona). Nació en Atenas en el 470  aC. 

Desde su infancia llamó la atención por su facilidad de palabra y por la agudeza en sus razonamientos.

Del 431 al 404, Sócrates participa en las guerras del Peloponeso, en las que toma parte como soldado hoplita, tal y como correspondía a un ciudadano de nivel medio. En el 429, salva a Alcibíades (estadista, orador y general ateniense) herido en el sitio de Potidea. En el 424,  participa en la batalla de Delion, en Beocia, y, en el 421, cercano ya a los 50 años, en la de Anfípolis, en Tracia; en fechas más tardías, en el 411, formaría parte  del Consejo de los Quinientos, al proceso contra los estrategas de las Arginusas y allá en el 404 desobedece la orden dada por los Treinta Tiranos de arrestar a León de Salamina.

Socrates y Jantipa por Kristian Zahrtman (Dinamarca, 1843-1917)



Se casó con Jantipa, una joven de aproximadamente treinta años menos que el y tuvieron 3 hijos, Lamprocles, Sofronisco, y Menexeno,  los cuales pasarían a ser irrelevantes en la historia, no así,  su esposa Jantipa, la cuál debido a su mal carácter hacía su esposo y su trato despectivo hacía el, pasaría a la historia como una  insolente y cruel mujer.


 Ilustración de Jantipa vaciando un orinal sobre Sócrates, de Emblemata Horatiana ilustrado por Otho Vaenius, 1607.

Sócrates no escribió ninguna obra porque decía, que cada uno debía desarrollar sus propias ideas. Sus enseñanzas las daba paseándose por la plaza pública; trabando conversación con la gente, ponía en juego la ironía, que fingiendo ignorar, interrogaba. Así como la mayéutica o arte de llevar a sus interlocutores a dar por si mismo con la verdad. En sus conversaciones, más que transmitir una verdad, instaba a sus discípulos a que indagasen por si mismo,s y que en sus reflexiones, aprendieran a buscar el camino de la investigación y de la exactitud, si es que esta ultima existiera como verdad absoluta. 


Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos: Platón, Jenofonte, Aristipo y Antístenes. Tales testimonios no son coincidentes, por lo que no resulta fácil conocer cuál fue el verdadero pensamiento de Sócrates.

Socrates y Alciabides

Las fuentes que se conocen sobre su persona lo presentan de formas diversas. según Jenofonte, Sócrates era un ser grosero, trivial y vulgar; por el contrario Platón lo ensalza en sus diálogos, reconociéndolo como su maestro, y Aristófanes lo ridiculiza en la comedia "Las nubes". 

Sócrates de Luca Giordano. Sostiene un espejo, lo que simboliza el conócete a ti mismo

Sócrates, a diferencia de los sofistas, defendió la existencia de valores absolutos, rechazando así el relativismo, pero, al igual que ellos, adoptó una actitud crítica, que , en su caso, consistía en buscar el medio para llegar al saber cierto y a la verdad. El método socrático para acceder a la verdad era el diálogo, consistente en formular preguntas acerca de los términos que estaban en discusión y confrontar las opiniones hasta llegar a una idea adecuada y válida.

Socrates y discipulos grabado según pintura de Pinelli

El no pretendió divulgar ninguna doctrina en especial,  trataba un método de clarificación cuyo primer paso era la ironía, el reconocimiento de la propia ignorancia "Solo se, que no se nada", (afirmaría insistentemente), para llegar a saber algo y así esclarecer la verdad, destruyendo todo saber que fuese sólo aparente y el segundo la mayéutica, nombre que otorgó a su propio método, por alusión al oficio de su madre, y que consistía en esclarecer las ideas en la mente de los demás, para "dar a luz" las verdaderas. Sólo así se podía acceder a los valores universales.

Sócrates y dos alumnos por Pietro della Vecchia (Italia, 1603 – 1678):


Su divisa reproducía la máxima "conócete a ti mismo", inscrita en el frontón del templo de Delfos, en la cual resumió la finalidad fundamental de los estudios filosóficos, es decir, la naturaleza de la virtud y el vicio, el modo conducente a lograr la fuerza del carácter, el dominio de sí, la justicia para con los semejantes y la piedad hacia los Dioses.

Sócrates apartando a Alcibíades del Vicio por Américo Castro (Brasil, 1843-1903)


Según Sócrates, el obrar moral responde a los mandatos que cada uno lleva en su alma, como expresión suprema de los valores morales. Sin embargo, dado que existe una gradación interna de valores, la acción moral se define por el obrar justamente, que responde a la tendencia del hombre a la perfección, y ello se consigue con el ejercicio de la virtud, sólo así se alcanza la felicidad, pues la práctica del bien es la norma que rige los intereses humanos. actuar según la virtud significa poseer la ciencia del bien y del mal, y es, por tanto, el saber lo que indica al hombre qué debe hacer en cada momento y le permite conocer el bien. Sócrates propone una moral autárquica, en la que el obrar justamente es producto de la reflexión, que todo individuo hace sobre la exigencias del alma, convirtiéndose en árbitro y juez de sí mismo. El saber es lo que permite actuar bien, y sólo se actúa mal por ignorancia, porque se desconoce la virtud, de ahí que sea necesario ejercerla a través del conocimiento racional de uno mismo (intelectualismo moral).
 Sócrates defendiéndose a sí mismo por Antonio Canova (Italia, 1757-1822)


En el año 399 con 70 años, Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la doble acusación de no honrar a los dioses que honra la ciudad y corromper a la juventud. Al parecer dicha acusación, formulada por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los dirigentes de la democracia restaurada. 

Muerte de Sócrates (1650). Charles Alphonse Dufresnoy
Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65 votos, dijo: «Vosotros salís de aquí a vivir; yo, a morir; Dios sabe cuál de las dos cosas es mejor»  Se negó a marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le preparaban sus amigos, afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la ciudad, y a sus principios. El día fijado bebió la cicuta.

Cárcel de Sócrates (Colina de Filópapos, Atenas)



La muerte de Sócrates, por Jacques-Louis David (1787).

Fedón el discípulo más ilustre y querido de Sócrates, fue el primero en llegar al ágora de Atenas, punto de reunión de los condiscípulos para despedir en la cárcel, quien fuera en ese momento, su gran maestro, y poder estar con el en su ultimo día de vida terrenal. Uno por uno van llegando con la tristeza de saber que verán por ultima vez a su filosofo. El bueno de Apolodoro, Critóbulo y su padre el rico y generoso Critón, Hermógenes y Epígenes; el cínico Antístenes, que tanto aprenderá en ese día; Ctesipo y Menéxeno; Simias , Cebes y Fedondas, los tres tebanos; Euclides y Terpsión; megarenses ambos, el primero creador de esa escuela que sirvió de cenáculo a los socráticos en el momento de miedo y cobardía que siguió a la muerte del maestro. Todos están allí.
Lo encuentran como era ya una costumbre, sentado en el habitáculo de la prisión, pero esta vez estaba desatado pues en su ultimo día, el reo recibe atenciones especiales. Se frota las piernas, doloridas por las cadenas que ha soportado en la prisión todo el tiempo en espera de la ejecución de la sentencia.

La muerte de Sócrates por Taras Hryhorovych Shevchenko (Ucrania, 1814-1861)

Su esposa Jantipa, sentada junto a él, prorrumpe en gritos al ver entrar a cada uno de sus amigos.  ¡Ay, Sócrates, que es la última vez que habláis!, la última vez ves a tus amigos! Sócrates no puede sufrirlo más y le ruega a Critón,- que como hombre rico que era se habría hecho acompañar de sus esclavos-, que se llevasen a la infeliz Jantipa, la cual tenía: nos dice Platón, a su hijo más pequeño en brazos.

Sócrates se incorporó en su asiento, apoyó los pies en el suelo y mirando con estima y afectividad a sus discípulos empieza su acostumbrada conversación.



La muerte de Sócrates por Jacques-Philip-Joseph de Saint-Quentin (Francia, 1737-?)

Es probablemente el Sócrates histórico, el que en nombre de la religión tradicional se opone al misterio que dice que el cuerpo es una cárcel o tumba del alma y que lo mejor que podemos hacer es huir de ella y buscar la verdadera resurrección y libertad. Lo Dioses - dice - son nuestros amos; nosotros somos tan suyos como si fuéramos su rebaño y ellos nuestros pastores. No podemos, pues, disponer de nosotros mismos ni hacernos daño.
Sus discípulos no comprenden todavía bien las dos cosas: si la muerte es deseable, ¿por qué no- buscarla? si no lo es, ¿cómo se explica la serenidad ante ella?

Salvator Rosa (Italia, 1615-1673)
 
Sócrates se exalta. Critón le dice de parte del verdugo que no se excite en la conversación pues si se acalora, el veneno tardará más en hacer efecto. «No le hagáis caso -dice Sócrates-, que se ocupe de su menester y que prepare lo que haga falta, aunque sea ración doble y aún triple »

No es precisamente con base en creencias con lo que Sócrates corre hacia la muerte, sino privado por el cultivo de la filosofía del instinto que se agarra a la vida. «Los que cultivan bien la filosofía -dice- , los demás no se dan cuenta de que lo único que cultivan es la muerte.»
Cuando le preguntan acerca del entierro, Sócrates dice una frase alada como una flecha: «Como queráis, que no me escaparé de vuestras manos.» Los discípulos sienten crecer su asombro. Sócrates habla de sus funerales con una calma y una naturalidad que están bien lejanas de los lamentos de los héroes homéricos.


Foto: A.S.Rochmilovic - La Muerte de Sócrates por Mark Matveevich Antokolski (Rusia, 1843-1902)
SÓCRATES:-¿Es cierto que jamás se pueden cometer injusticias? ¿O es permitido cometerlas en unas ocasiones y en otras no? ¿O bien, es absolutamente cierto que la injusticia jamás es permitida, como muchas veces hemos convenido y ahora mismo acabamos de convenir? ¿Y todos estos juicios, con los que estamos de acuerdo, se han desvanecido en tan pocos días? ¿Sería posible, Critón, que en nuestros años, las conversaciones más serias se hayan hecho semejantes a las de los niños, sin que nos hayamos dado cuenta de ello? ¿O más bien, es preciso atenernos estrictamente a lo que hemos dicho: que toda injusticia es vergonzosa y funesta al que la comete, digan lo que quieran los hombres, y sea bien o sea mal el que resulte?
CRITÓN: Estamos conformes.
SÓCRATES: ¿Es preciso no cometer injusticia de ninguna manera?
CRITÓN: Sí, sin duda.
SÓCRATES: ¿Entonces es preciso no hacer injusticia a los mismos que nos la hacen, aunque el vulgo crea que esto es permitido, puesto que convienes en que en ningún caso puede tener lugar la injusticia?
CRITÓN: Así me lo parece.
SÓCRATES: ¡Pero qué! ¿Es permitido hacer mal a alguno o no lo es?
CRITÓN: No, sin duda, Sócrates.
SÓCRATES: ¿Pero es justo volver el mal por el mal, como lo quiere el pueblo, o es injusto?
CRITÓN: Muy injusto.
SÓCRATES: ¿Es cierto que no hay diferencia entre hacer el mal y ser injusto?
CRITÓN: Lo confieso.
SÓCRATES: Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás injusticia, ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Pero ten presente, Critón, que confesando esto, acaso hables contra tu propio juicio, porque sé muy bien que hay pocas personas que lo admiten, y siempre sucederá lo mismo. Desde el momento en que están discordes sobre este punto, es imposible entenderse sobre lo demás, y la diferencia de opiniones conduce necesariamente a un desprecio recíproco. Reflexiona bien, y mira si realmente estás de acuerdo conmigo, y si podemos discutir, partiendo de este principio: que en ninguna circunstancia es permitido ser injusto, ni volver injusticia por injusticia, mal por mal;

Platón: Critón

La muerte de Sócrates por Daniel Hernández Morillo, (Perú, 1856 - 1932):

SÓCRATES: A mí me llama ya ahora el destino, diría un héroe de tragedia, y casi es la hora de encaminarme al baño, pues me parece mejor beber el veneno una vez lavado y no causar a las mujeres la molestia de lavar un cadáver.
CRITÓN: Está bien, Sócrates. Pero ¿qué nos encargas hacer a éstos o a mí, bien con respecto a tus hijos o con respecto a cualquier otra cosa, que pudiera ser más de tu agrado si lo hiciéramos?
SÓCRATES: Lo que siempre estoy diciendo, Critón , nada nuevo. Si os cuidáis de vosotros mismos, cualquier cosa que hagáis no sólo será de mi agrado, sino también del agrado de los míos y del propio vuestro, aunque ahora no lo reconozcáis. En cambio, si os descuidáis de vosotros mismos y no queréis vivir siguiendo, por decirlo así, las huellas de lo que ahora y en el pasado se ha dicho, por más que ahora hagáis muchas vehementes promesas, no conseguiréis nada.
CRITÓN: Descuida, que pondremos nuestro empeño en hacerlo así. Pero ¿de qué manera debemos sepultarte?
SÓCRATES: Como queráis, si es que me cogéis y no me escapo de vosotros.
Y, a la vez que sonreía serenamente, nos dijo, dirigiendo su mirada hacia nosotros:
—No logro, amigos, convencer a Critón de que yo soy ese Sócrates que conversa ahora con vosotros y que ordena cada cosa que se dice, sino que cree que soy aquel que verá cadáver dentro de un rato, y me pregunta por eso cómo debe hacer mi sepelio. Y el que yo desde hace rato esté dando muchas razones para probar que, en cuanto beba el veneno, ya no permaneceré con vosotros, sino que me iré hacia una felicidad propia de bienaventurados, parécele vano empeño y que lo hago para consolaros a vosotros al tiempo que a mí mismo. Así que —agregó—, salidme fiadores ante Critón, pero de la fianza contraria a la que éste presentó ante los jueces. Pues éste garantizó que yo permanecería. Vosotros garantizad que no permaneceré una vez que muera, sino que me marcharé para que así Critón lo soporte mejor y, al ver quemar o enterrar mi cuerpo, no se irrite como si yo estuviera padeciendo cosas terribles, ni diga durante el funeral que expone, lleva a enterrar o está enterrando a Sócrates. Pues ten bien sabido, oh excelente Critón —añadió—, que el no hablar con propiedad no sólo es una falta en eso mismo, sino también produce mal en las almas. Ea, pues, es preciso que estés animoso, y que digas que es mi cuerpo lo que sepultas, y que lo sepultas como a ti te guste y pienses que está más de acuerdo con las costumbres.

Sócrates por Luca Giordano

Al terminar de decir esto, se levantó y se fue a una habitación para lavarse. Critón le siguió, pero a nosotros nos mandó que le esperáramos allí. Esperamos, pues, charlando entre nosotros sobre lo dicho y volviéndolo a considerar, a ratos, también comentando cuán grande era la desgracia que nos había acontecido, pues pensábamos que íbamos a pasar el resto de la vida huérfanos, como si hubiéramos sido privados de nuestro padre. Y una vez que se hubo lavado y trajeron a su lado a sus hijos —pues tenía dos pequeños y uno ya crecido— y llegaron también las mujeres de su familia, conversó con ellos en presencia de Critón y, después de hacerles las recomendaciones que quiso, ordenó retirarse a las mujeres y a los niños, y vino a reunirse con nosotros. El sol estaba ya cerca de su ocaso, pues había pasado mucho tiempo dentro. Llegó recién lavado, se sentó, y después de esto no se habló mucho. Vino el servidor de los Once y, deteniéndose a su lado, le dijo:
—Oh Sócrates, no te censuraré a ti lo que censuro a los demás, el que se irritan contra mí y me maldicen cuando les transmito la orden de beber el veneno que me dan los magistrados. Pero tú, lo he reconocido en otras ocasiones durante todo este tiempo, eres el hombre más noble, de mayor mansedumbre y mejor de los que han llegado aquí, y ahora también sé que no estás enojado conmigo, sino con los que sabes que son los culpables. Así que ahora, puesto que conoces el mensaje que te traigo, salud, e intenta soportar con la mayor resignación lo necesario. Y rompiendo a llorar, diose la vuelta y se retiró.
Sócrates, entonces, levantando su mirada hacia él, y le dijo:
—También tú recibe mi saludo, que nosotros así lo haremos.
Y, dirigiéndose después a nosotros, agregó:
—¡Qué hombre tan amable! Durante todo el tiempo que he pasado aquí vino a verme, charló de vez en cuando conmigo y fue el mejor de los hombres. Y ahora ¡qué noblemente me llora! Así que, hagámosle caso, Critón, y que traiga alguno el veneno, si es que está triturado. Y si no, que lo triture nuestro hombre.
—Pero, Sócrates —le dijo Critón—, el sol, según creo, está todavía sobre las montañas y aún no se ha puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo han tomado mucho después de haberles sido comunicada la orden y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso, tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. Ea, pues, no te apresures, que todavía hay tiempo.
—Es natural que obren así, Critón —repuso Sócrates—, ésos que tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero también es natural que yo no lo haga, porque no creo que saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de incurrir en ridículo conmigo mismo, mostrándome ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna. Anda, obedéceme —terminó— y haz como te digo.
Al oírle, Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió éste y, después de un largo rato, regresó con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le preguntó:
—Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas, ¿qué debo hacer?
—Nada más que beberlo y pasearte —le respondió— hasta que se te pongan las piernas pesadas, y luego tumbarte. Así hará su efecto.
Y, a la vez que dijo esto, tendió la copa a Sócrates.
La tomo éste con gran tranquilidad, sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al individuo de frente, según tenía por costumbre, y le dijo:
—¿Qué dices de esta bebida con respecto a hacer una libación a alguna divinidad? ¿Se puede o no?
—Tan sólo trituramos, Sócrates —le respondió—, la cantidad que juzgamos precisa para beber.
—Me doy cuenta —contestó—. Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar a los dioses que resulte feliz mi emigración de aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que así sea!
Y después de decir estas palabras, lo bebió, conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad.
Hasta este momento la mayor parte de nosotros fue bastante capaz de contener el llanto; pero cuando le vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos contenernos. A mí también, y contra mi voluntad, caíanme las lágrimas a raudales, de tal manera que, cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo, pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo. Critón, como aun antes que yo no había sido capaz de contener las lágrimas, se había levantado. Y Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre lágrimas y demostraciones de indignación, de tal forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción del propio Sócrates, a quien no conmoviera.
Pero entonces nos dijo:
—¿Qué hacéis, hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue por esto en especial, para que no importunasen de ese modo, pues tengo oído que se debe morir entre palabras de buen augurio. Ea, pues, estad tranquilos y mostraos fuertes.
Y, al oírle nosotros, sentimos vergüenza y contuvimos el llanto. Él, por su parte, después de haberse paseado, cuando dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas y, yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriando y quedándose rígido. Y siguiole tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría.
Tenía ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro —pues se lo había cubierto—, dijo éstas, que fueron sus últimas palabras:
—Oh, Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda y no la paséis por alto.
—Descuida, que así se hará —le respondió Critón—. Mira si tienes que decir algo más.
A esta pregunta de Critón ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento y el hombre le descubrió: tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.
Así fue el fin de nuestro amigo, de un varón que, como podríamos afirmar, fue el mejor, a más de ser el más sensato y justo de los hombres de su tiempo que tratamos.
Platón: Fedón


La muerte de Sócrates por Giambettino Cignaroli (Italia, 1718–1770):

La muerte de Sócrates - Antonio Canova (Italia, 1757-1822)


Cárcel de Sócrates (Colina de Filópapos, Atenas)






Fuentes:
Enciclopedias y otros.