El propósito de Isabel I de Inglaterra de ampliar sus dominios pasó por la eterna rivalidad con su prima María Estuardo, reina de Escocia. Se dice que al entrevistarse con el embajador escocés le preguntó:
- ¿La reina María interpreta música tan bien como yo?
- Quizá, majestad.
- ¿Y sus cabellos le favorecen tanto como a mi?
- Es difícil decirlo, señora
- ¿Y domina tantas lenguas como yo?
- Lo ignoro, mi reina.
- ¿Es acaso más alta que yo?
El embajador iba esquiando respuestas comprometidas. Pero, juzgando que la última pregunta era inocua, por cuanto no presuponía una cualidad personal, sino una decisión casual de ola naturaleza, respondió a la reina con un rotundo "sí majestad". Cuál no sería su sorpresa al escuchar.
- "Pues entones, es demasiado alta".
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